Se aleja. Lo ve irse paso a paso, con palabras no dichas en su mochila.
Ella permanece inmóvil, sentada en el frío banco de cemento que eligieron para hablar.
Baja la mirada y sus párpados se cierran de repente intentando frenar las lágrimas, de apresarlas en sus ojos color cielo. Fue un buen intento, pero no lo logró. Una a una, las lágrimas se deslizan como gotas de rocío, sobre sus mejillas rosadas. Uno a uno, los pensamientos desfilan en su mente hasta hacerla entender que ese es el fin.
Eleva su cabeza, lo busca y lo sigue con la mirada. Aun cree que existe la posibilidad de que regrese sobre sus pasos, que de las cenizas vuelva a surgir el fuego del amor. Pero es tarde. Lo pierde de vista; su figura se esfuma en el horizonte como cual fantasma a la luz del día.
Respira hondo y su mirada se torna triste, pierde luz lentamente.
Absorta en su mundo, se pone de pie sin ánimos, camina desganada y sin fuerzas. Como si aquella persona a la que vio alejarse, se hubiese llevado consigo hasta su alma. Camina por el fino camino de la plaza y con cada pisada una lágrima salada humedece los adoquines. Sin darse cuenta, casi por inercia, llega a la puerta de la iglesia cercana y sin medirse rompe en llanto y cuestiona a Dios por lo sucedido. Decide no entrar, solo se persigna. Voltea y ahí está él. Se ignoran como dos extraños.
Tras pocas cuadras y un largo caminar, llega a su departamento, está sola... Se siente sola y vacía. Sin quitarse el abrigo, deja caer su cuerpo sobre la cama, y en esa posición entra en un profundo sueño alimentado por el cansancio y el shock emocional.
Al despertar, el día había terminado.
Quiere creer que todo fue un sueño, una pesadilla, sin embargo sabe que no. Día tras día, intenta superarlo, pero vuelve a caer. Así pasan los meses...
Y allí está ella, sentada en mismo banco, cada tarde a la misma hora. Siempre vestida elegante, acompañada de su portafolio, con sus prendas de marca y su peinado recogido. Durante todo el ocaso, sujeta el mismo pedazo de papel: una fotografía cortada groseramente en la que su mente se ahoga. Ver esa imagen la hipnotiza, cambia su sonrisa por lágrimas; la llena de pensamientos y angustia. Recuerda.
Desde aquel dia no lo ha visto, pero hay algo que es claro: lo sigue amando.
amo como escribis.
ResponderEliminarsiempre existe el futuro, i en él se puede buscarlo (?) ...
ResponderEliminarMe encantó, hace mucho que no leo algo tan bueno.
ResponderEliminarEscribís muy lindo
ResponderEliminarHola, sos de sta Fe?
ResponderEliminarque random el coment de arriba (?)
ResponderEliminarMe encantó, pero sé de qué hablás y me pone triste, muy triste.
Olvidate, tratá y seguí adelante.
Yo te apoyo;
colgá algo!!!!
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