Debo decir que lloro por dentro. No me puedo concentrar, mi cabeza va a mil por hora y de mis orejas sale humo, pero por mis ojos no sale ni una lágrima. Y no es por estudio esta vez, al contrario, me está costando ser una persona aplicada debido a estos "dramas de teatro" que invaden mi débil cerebrito.
Los pensamientos me abruman, me desesperan y me encierran en esta cápsula maldita. Otra vez la angustia se atraganta y forma ese nudo molesto en el medio del pecho. La sensación de soledad se apodera de mi cuerpo como otras tantas veces. El filo helado se vuelve a sentir rozando mi espalda. Y esa mirada, esperanzada y de estúpida
>>> Y todo me hace pensar y pensar y pensar.
Todo vuelve a comenzar: ese odio (hacia mi misma) que alguna vez pareció desaparecer, hoy vuelve y con mas intensidad que antes. Y cuanto más necesito ese cariño y ese aliento, menos lo tengo. Llego del colegio y solo encuentro gritos y gente nerviosa. U otro extremo: total soledad y silencio.
Todo vuelve a comenzar: ese odio (hacia mi misma) que alguna vez pareció desaparecer, hoy vuelve y con mas intensidad que antes. Y cuanto más necesito ese cariño y ese aliento, menos lo tengo. Llego del colegio y solo encuentro gritos y gente nerviosa. U otro extremo: total soledad y silencio.
No importa que me pase o que sienta, sino que haga cada cosa que me mandan. No importa si estoy bien o mal, sino que sea obediente y robótica. Comento cosas y a nadie le interesa, recibo siempre la misma contestación: "¿Y a mí que me lo decís? Fíjate tus cosas nena." Así poco a poco decae mi auto-estima y ahora no creo que encuentre un tope en donde parar.
Mi mente se volvió una fosa sin fin, un eterno agujero negro que absorbe lamentos, pero que no los hace desaparecer, los almacena. A veces desearía cambiarme el disco duro y empezar de cero por cuarta, quinta, sexta vez.
Espero poder parar de torturar a mi débil cerebrito, aunque sea por un minuto...
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